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El aprendizaje de la justicia restaurativa
- diciembre 29, 2019
- Publicado por: Staff IIDEJURE
- Categoría: Blog IIDEJURE
Autora: Zaira Magallanes
Todo cambio social y cultural implica un proceso de aprendizaje. La transformación de concepciones y prácticas provenientes de un enfoque punitivo de justicia en una cultura de justicia restaurativa y de paz, sólo puede ser real si ocurre un intercambio exitoso en la construcción común de nuevos significados. De ahí la importancia de problematizar lo que llamamos aprendizaje en las relaciones que establecen quienes enseñan y quienes aprenden, en los contextos de formación y capacitación para la justicia restaurativa.
Aprender es también cambiar. Los seres humanos transitamos por un largo y amplio camino de aprendizaje durante nuestra vida. Aprender es un proceso transversal que atraviesa cada uno de los aspectos de nuestra cotidianidad y de nuestras relaciones. La forma en que vemos, sentimos, hablamos, pensamos y actuamos está influida por significados aprendidos incidental o intencionalmente.
En los contextos de capacitación y formación para la justicia restaurativa se puede encontrar la intención común del aprendizaje entre quien desea aprender y quien enseña. Pero, ¿cómo se produce el aprendizaje? ¿cómo sabemos que realmente sucede? ¿cuándo podemos decir que alguien realmente aprendió? ¿cuáles son las estrategias necesarias para la construcción de nuevos significados? No existen respuestas concluyentes a estas preguntas, pero sí existen aproximaciones teóricas que parten de una concepción del aprendizaje y de las condiciones para su realización.
Para algunos, el aprendizaje es un intercambio de estímulos y respuestas entre la persona y su medio ambiente. De manera que aprender, significa condicionar un tipo de respuesta para un tipo de estímulo, a través de premios y castigos, por ejemplo. Desde esta perspectiva, el aprendizaje ha de ser observable, medible y cuantificable. Gran parte de las prácticas educativas conservan aún un bagaje notable de esta concepción del aprendizaje a través de calificaciones numéricas, evaluaciones estandarizadas, dinámicas de valoración y descalificación externa normalizadas.
La idea de que para aprender es preciso descubrir – y valorar como significativos los hallazgos – se relaciona con la concepción del aprendizaje como proceso cognitivo mediado que se desarrolla en diferentes etapas; es decir, aprender implica analizar, sintetizar, evaluar una situación de manera autónoma y comprensiva. Desde esta perspectiva el mayor aprendizaje es el que hace posible prolongar las experiencias de aprendizaje indefinidamente y de la forma más efectiva. Las prácticas reflexivas, la exploración libre de problemas de interés para el que aprende, el registro e intercambio de experiencias, corresponden a esta idea de aprendizaje.
El énfasis en el carácter social y cultural del aprendizaje, en tanto experiencia realizada siempre en interacción con otros, corresponde a la idea del aprendizaje como resultado de una vida en comunidad donde se discuten, se negocian, se comparten los saberes diversos -conceptuales, procedimentales, actitudinales – . La experiencia de aprender es interpretativa y siempre compartida. La construcción colectiva es el aprendizaje mayor desde esta perspectiva, por lo que podemos ver su aplicación en prácticas de aprendizaje colaborativo.
El involucramiento total de quien aprende en acciones y decisiones concretas para transformar un objeto de aprendizaje -y de manera simultánea sus estructuras cognitivas- es un rasgo distintivo de la concepción del aprendizaje como una construcción cognitiva en constante desarrollo. El aprendizaje sucede, desde esta perspectiva, a partir de un conflicto cognitivo, seguido de un equilibrio progresivo alcanzado por quien aprende gracias a su papel activo en la organización, planificación y regulación de los recursos disponibles para resolver un problema. El principal resultado del proceso de aprendizaje es la autoconstrucción de la persona que aprende. Experiencias de aprendizaje basado en retos, o en la solución de problemas y ambientes en los que cada quien avanza a su propio ritmo, corresponden a esta concepción del aprendizaje.
Sin embargo, las concepciones más influyentes en los procesos de aprendizaje son justamente las que se encuentran implícitas en las creencias y prácticas de quienes aprenden y quienes enseñan. Es en el contexto concreto de la relación educativa en el que puede observarse la concepción que se materializa, y por tanto, cobra mayor relevancia. Cabe preguntarse, en los contextos de formación y capacitación para la justicia restaurativa ¿cuáles son las teorías del aprendizaje implícitas en la práctica de quienes enseñan y de quienes aprenden? ¿son idóneas las concepciones y las prácticas para enseñar y aprender? Es decir, la cultura del aprendizaje que se manifiesta en estos contextos, ¿es coherente y contribuye con la cultura de paz que se pretende construir? ¿quienes enseñan tienen los recursos necesarios para generar experiencias significativas de aprendizaje?